Una pequeña presentación

Los Mínimos y Máximos de Félix Esteves es una casa, un hogar, construido con amor, esfuerzo, dedicación y hasta con aburrimiento. Tiene muchas puertas donde todos pueden entrar. Tiene muchas habitaciones, donde de seguro en algunas podrás sentirte cómodo, y en otras, tal vez contrariado y hasta… por qué no… molesto. Sin embargo su propósito no es agradar ni molestar, no es ganar amigos ni enemigos… de todas maneras ambos son bienvenidos; su fin es mostrar y demostrar lo variopinto de una mirada, la pluralidad de una cosmogonía a través de mi “micromundo”, de lo exterior visto y sentido desde mi interioridad… es un grito contra la discriminación, es un arrullo de amor a la diversidad, es mi tarjeta de presentación como ser humano, como hombre, como gay y miembro de la comunidad LGBT... tal vez es algo más… no lo sé… aún lo estoy averiguando.

Félix Esteves

Amigos de Los Mínimos y Máximos

domingo, 10 de febrero de 2013

BESO DE MAR

Beso de mar...
¡Qué bella melancolía!
Azul cielo
Azul mar
Azul de tus ojos idos
Azul de la tristeza mía...
Bésame mar
y llévala contigo.

Beso azul
y corazón herido
Azul beso
y el llanto mio 
Azul peregrinaje
de mi soledad infinita
navego en tu azul
sin rumbo ni puerto alguno.

Beso de azul mar...
llévame contigo
y hazme tu azul
azul de tu martirio. 

Por Félix Esteves

sábado, 2 de febrero de 2013

EL APETECIDO CADÁVER. Minicuento Homoerótico.


El silencio había lanzado su grito y pobló la habitación con su presencia, poco a poco las respiraciones se paralizaron entre tanta algarabía de piel, saliva, sudor y semen. Quise gritar tu nombre, pero no pude, vi en tus ojos el mismo deseo, pero te fuiste más allá de lo que anhelabas, de lo que yo esperaba, vi después la muerte dibujada en tu boca, tus pupilas se apagaron como moribundas luciérnagas en la inmensidad de una oscura noche, mi corazón volvió a latir y mi respiración  revivió al sentir que tu aorta ya no latía, que tu aliento ya no empañaba la calidez de mi cara… te habías ido y para siempre… aun cabalgando sobre tu inerte cuerpo… tú, apetecido cadáver... quise decir tu nombre y no lo dije... no pude repetir tu nombre, como tantas veces lo había hecho cuando en el frenesí de nuestro amor llegábamos a explotar como supernovas… me guarde tu nombre, lo atesore entre mis labios, y cuando me canse de sostenerlo, lo hice un lamento de amor.

Por Félix esteves

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