Una pequeña presentación

Los Mínimos y Máximos de Félix Esteves es una casa, un hogar, construido con amor, esfuerzo, dedicación y hasta con aburrimiento. Tiene muchas puertas donde todos pueden entrar. Tiene muchas habitaciones, donde de seguro en algunas podrás sentirte cómodo, y en otras, tal vez contrariado y hasta… por qué no… molesto. Sin embargo su propósito no es agradar ni molestar, no es ganar amigos ni enemigos… de todas maneras ambos son bienvenidos; su fin es mostrar y demostrar lo variopinto de una mirada, la pluralidad de una cosmogonía a través de mi “micromundo”, de lo exterior visto y sentido desde mi interioridad… es un grito contra la discriminación, es un arrullo de amor a la diversidad, es mi tarjeta de presentación como ser humano, como hombre, como gay y miembro de la comunidad LGBT... tal vez es algo más… no lo sé… aún lo estoy averiguando.

Félix Esteves

Amigos de Los Mínimos y Máximos

miércoles, 19 de octubre de 2011

UN CUENTO PARA HALLOWEEN: EL SUEÑO.


No dejaba de bostezar, los parpados me hervían y poco a poco se cerraban a pesar de mi esfuerzo por mantenerme despierto. La carretera estaba oscura, solo los faros de mi auto parecían competir con las pequeñas luciérnagas que se atravesaban en el camino y que terminaban golpeadas en el parabrisas. El cansancio me venció, me orillé a la carretera y me entregue al sueño al que a tanto le había puesto resistencia.

Caí rápidamente en un sueño profundo. Tan profundo que no podía respirar, me faltaba el aire, aún así mis ojos permanecían cerrados y aunque quería abrirlos no podía, el calor era extenuante y empecé a sudar, mi piel se pegaba a la ropa… que extraño pensé, solo llevaba una franelilla sin mangas y un short deportivo, ahora parecía que tuviera una camisa manga larga y un traje puesto, hasta corbata, pues sentía un nudo en el cuello. Trate de levantar las manos y tropezaron con algo, levante la cabeza y pegue de inmediato la frente con un cristal – aun así no podía abrir mis ojos – palpé lo que extrañamente me circundaba y no estaba en el auto, estaba en mi tumba…

Abrí los ojos de repente, desperté de mi sueño, aún así seguía en mi tumba, la oscuridad era absoluta y aunque grite y grite nadie pareció escucharme… cerré de nuevo los ojos tratando de retomar el sueño, pensando que quizás después despertaría en mi carro y en la carretera, pero fue en vano, paso un largo tiempo, se desgastaron mis uñas de tanto arañar el cercano techo de mi urna… aún sigo despierto… poco a poco me voy comiendo tratando de dar tiempo, pero no consigo conciliar mi sueño.

Por Félix Esteves

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